miércoles, 23 de agosto de 2017

La Bella de Mijares y mi Bella en Bellas Artes





Lo bello de la danza es su carácter efímero, instante que deseamos atrapar pero que desaparece en el momento mismo de su ejecución. El momento de creación es un instante donde se confrontan ideas con la realidad, en donde aparecen por la mente flashes de espectros e imágenes que tomarán vida o no en la danza. El ritmo de la mente percute como tambores a proseguir. Entre más creo, más ganas tengo de continuar.

“Es hora de terminar”, me dicen. Las manecillas del reloj danzaron más rápido de lo que pensé. “Bueno si han pasado ya 4 horas”, pienso. Encuentro una fuerza que no me detiene en lo que me apasiona, podría estar horas creando sin ver pasar las horas, toda una tarde investigando y escribiendo sobre danza, como para mi próxima tesis sobre Béjart.

Al igual que en la escritura, en la creación coreográfica las danzas necesitan una maduración, es necesario dejarlas reposar para retomarlas con otros ojos. Tras varias clases de ballet, cae la noche y el cansancio sobre mí. Sueño con las danzas creadas durante el día, sueño con las transiciones y puntos suspensivos que dejé escritos en el ensayo. Despierto y se me presentan diversas ideas sobre aquello que buscaba concluir.

Existen músicas contemporáneas mexicanas que logran que los pasos surjan instintivamente de mi cuerpo e intelecto, pero otras en donde es necesario un tiempo de reflexión. Prefiero en lo personal optar por las primeras en donde las ideas surgen por sí mismas con tan solo oír sus melodías como me sucede con las composiciones de Héctor Jiménez, Patricia Moya y del grupo Theskonek-t, conformado por Israel Torres, Omar Sánchez, Adrián Molina y Juan Luis Mátuz.

Para mí, reducir una obra coreográfica es una labor aún más difícil que la de crear una obra empezando de cero, ya que se trata de sintetizar en determinados minutos un ballet que fue concebido con una duración distinta. No es solo “tijeretear la obra”, sino ver qué páginas del libro pueden ser arrancadas sin que la trama se pierda, sin que la esencia, voz y perfume de la obra se desvanezca, y además se deben reajustar los enlaces entre una y otra danza.

Tras largas horas de estudiar y recrear mi guion coreográfico logré sintetizar mi ballet. Ahora queda reajustar todo de nuevo y ver que todos los alumnos tengan su participación pequeña o grande, que todos mis hermosos niños y jóvenes talentosos estén orgullosos del rol que interpretan, que se vivan su personaje, que ejecuten los pasos con el alma y sobre todo contentos y emocionados de ser parte de este montaje, de pisar un escenario como es el del Palacio de Bellas Artes, teatro que me vio crecer y en el cual bailé en numerosas ocasiones y en diversos contextos, de soñar despiertos danzando en él. Apenas hace un año bailé en este recinto en septiembre del 2016 para el concierto de Mijares, que fue una única representación frente a un público conocedor de las artes escénicas y exigentes en cuanto a perfección. También ese día se grabó en la tarde los videoclips de su DVD “Mijares sinfónico”. Yo tuve el gusto y el honor de ser la única bailarina y crear sobre sus canciones emblemáticas diversas coreografías. Aquí les comparto un link del “Soldado del amor”:

Increíble fue ver a todo el público de pie y entonar al unísono la canción de “Bella”, y yo, con mi vestido de lentejuelas dorado, sobre ese escenario interpretando mi danza al lado de Mijares.

Todos esos son instantes que nadie podrá robarme, alegrías que quedan en mi memoria y que florecen al mirar hacia atrás. Experiencias y oportunidades que la vida y el destino han puesto frente a mí. Aunque algunas veces deba hablar para ser escuchada, vivimos en el siglo XXI en donde la libertad de expresión y transparencia en hechos es crucial.

Hoy estamos en la recta final para esta función en donde se conmemora el aniversario de los 40 años de la creación de la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea. Sentimientos encontrados y emociones exaltadas porque también este viernes 25 se presenta la segunda edición de mi libro Adieu, Maurice, je t’aime, en el Centro Cultural Bicentenario de Juárez en Coyoacán.

La primera edición se agotó en Tijuana cuando lo presentamos con mi querida maestra Nicte-Ha Escobosa, pionera de la danza en México, en el CECUT. Esta nueva edición está actualizada a lo que la Real Academia Española implantó, y además integré algunos fragmentos que en su momento no me atreví a compartir, pero ahora, al tener la maestría en Creación Literaria y Literatura y al haber yo misma madurado como artista, decidí incluirlos. Este libro relata uno de los episodios más difíciles de mi vida personal y como artista.

Mi obra literaria se presentará junto con pinturas de los artistas Henri Mallard, Matilde Abarca y Luis Díaz, talentosos creadores escénicos con los que he tenido el gusto de colaborar en diversas ocasiones y también como modelo para sus obras. La presentación y comentarios estarán a cargo de la literata, escritora y bailarina Sonia Jiménez, Licenciada en Danza, Licenciada en Creación Literaria y Literatura, y quien cuenta además con un Máster en Estudios Avanzados en Literatura Española e Hispanoamericana en Barcelona.

Los espero este viernes en la presentación de mi libro a las 5 pm en el Centro Cultural Bicentenario de Juárez en Coyoacán, y el próximo sábado 2 de septiembre a las 7pm en el Palacio de Bellas Artes, ahí donde fui la “Bella” de Mijares y donde ahora me tocó crear para la Bella de mi ballet La Bella y la Bestia.








jueves, 10 de agosto de 2017

La Bayadera

Estas últimas semanas han estado llenas de emociones y sentimientos encontrados: finalmente me gradué de la Maestría en Investigación de la Danza, en el CENIDI Danza José Limón, tras dos intensas semanas de seminarios de investigación. Sí, es mi segunda maestría. De la primera, que me gradué en junio pasado, ya estoy titulada con mi novela Escenas de una bailarina. Y ahora se cierra un ciclo para empezar otro: el terminar la famosa tesis de investigación.  Esa camaradería de investigadores creada en la maestría seguirá viva. Agradezco estos dos años en donde además de convertir un proyecto de investigación en una realidad de conocimiento sustentado, la libertad de expresión que nos hizo compartir la pasión por la danza. Gracias a esta comunidad intelectual del CENIDID, a la dialéctica sostenida entre nuestros asesores, tutores y compañeros que nos ayudaron a enfrentarnos a retos epistemológicos con perseverancia.

Apenas me gradué y regresé a los salones de danza. Esta vez para impartir la clase de puntas y de repertorio de ballet clásico en donde realicé el remontaje del ballet Coppelia y La Bayadera con alumnos del Curso de Verano de la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea. Este último ballet me trae muy buenos recuerdos, pero a la vez revivo momentos de una tristeza inigualable en mi vida…


Había apenas llegado a Múnich, tras haber bailado doce años con el Béjart Ballet Lausanne, era como dejar mi hogar por segunda vez, la primera fue al dejar a mi Ciudad de México, y esta vez era Lausana. La capital olímpica, Lausana, se había convertido en mi residencia, había llegado cuando tenía 17 años, viví toda mi adolescencia en Suiza, crecí ahí, la compañía era mi segunda familia y además me otorgaron la ciudadanía Suiza. La ciudad de Lausana tenía y tiene todo el atractivo que cualquier artista desea para vivir en ella: calma, seguridad, el lago Leman, los hermosos Alpes y la hermandad de sus ciudadanos.

Decidí decir una vez más Adieu, Maurice, je t’aime, partir para lanzarme a un nuevo proyecto: integrar el Ballet de Baviera (Bayerisches Staatsballett) como primera solista en Múnich, y aquí todo era nuevo para mí: el repertorio, mis compañeros bailarines, mis maestros, el idioma, absolutamente todo. El ballet con el que se abriría la temporada era La Bayadera, y mi estreno en el Teatro Nacional de Múnich sería interpretando la Tercera Sombra “Dritte Schatten”. Estaba ansiosa, emocionada, como si hubiera vuelto a nacer. Recuerdo que una de esas tardes, después de largas jornadas de ensayos, llegué a mi pequeño departamento, tras haber pedaleado un par de minutos en mi bicicleta y le mostré a mi hermana Ana Lilia por Skype el video del ensayo, me dio sus impresiones y correcciones, ya que ella había interpretado y vivido este ballet. Platicamos y gozamos juntas mi nueva aventura. Esa fue nuestra última platica y la última vez que la vi. Ahora, quiero acordarme de cada palabra que me dijo, pero es como si mi mente no quisiera indagar más, es un episodio que se torna brumoso, como esa bruma en la que bajan lentamente las sombras (bailarinas) del III acto de La Bayadera, de la rampa haciendo arabesques, y port de bras en arrière, secuencia que se repite dando la impresión de que no termina nunca, como un descenso al inframundo, y fue aquello mismo lo que yo viví. La melodía de Minkus, de la variación de la tercera Sombra, me proyecta en ese instante en que mi existencia dejó de ser lo que era, en que todo tomó proporciones diferentes, toda mi vida cayó en una balanza en la que tuve que sopesar prioridades.

Para este remontaje mi memoria corporal recordó los pasos instintivamente con tan solo escuchar la música, pero también fue doloroso al haber mi espíritu corporeizado ese pesar que irrumpió en mi ser.

La danza se proyecta como la voz de mi ser,
en un cuerpo, testimonio vivo de lo que he vivido.
Cuerpo que transita por la existencia.

Capturo la danza en su vuelo,
bailares que florecen en un tiempo que no existe
que transitan en silencio,
como una imagen que se desvanece con el fluir de la melodía,
en un presente que se torna pasado.
En este delirio de realidades habito un cuerpo que me es propio.


Ahora esta Tercera variación, la mía, junto con la entrada del Vals y la Primera Coda del III acto de La Bayadera, del “Reino de las Sombras”, serán interpretadas por estas jóvenes mexicanas de diversos estados de México, todas atentas, deseosas de aprender y con la ilusión de portar su primer tutú en el escenario. Este ballet es uno de los más difíciles que existe para el cuerpo de baile y ellas han hecho un gran trabajo en tan solo dos semanas de ensayo, y será bailado en el mismo teatro que mi hermana inauguró, con el Pas de Vendages, Teatro Raúl Flores Canelo.

                                           
 Ana Lilia Díaz González inaugurando el Teatro Raúl Flores Canelo, CNA
"Pas de Vendages", Giselle.



                     Luisa Díaz, La Bayadera, con el Bayerisches Staatsballett en Múnich.