Biped, Luisa Díaz y Gregory Mislin, Bayerisches Staatsballett, Múnich, Alemania. |
En Nueva York Merce Cunningham tras haber sido bailarín de
Martha Graham, comenzó con el músico John Cage a dar recitales de “danza y
piano”. Con el artista plástico Robert Rauschenberg formaron el Theatre Piece,
de John Cage, 1952, que marcó el inicio de un nuevo movimiento teatral: “happening”.[1] Con Merce Cunningham la
danza escapó del ballet: liberado de
la anécdota, del argumento narrativo, suprimió la ficción, la implicación
sicológica, su danza no intentaba contar nada. La danza se separó de la música
que era interpretada al instante mismo del espectáculo, sin que los bailarines
la conocieran, con la idea de que la danza y la música llevaran cada una un
discurso paralelo. Cunningham alteró también la visión frontal de la escena a
la italiana, poniendo en cuestión el espacio euclidiano: el bailarín dejó de
ser el centro del escenario, él mismo era un “centro”, que evolucionaba en su
propio espacio; rechazó la ley de frontalidad, alternado la mirada del
espectador. El bailarín no representaba más que a él mismo[2], ya que se suprimió la
ficción, la implicación sicológica y el comentario musical que apoyaban al ballet.
A
aquellos que lo acusaron de ser un abstracto, Cunningham les respondió que no
rechazaba la emoción ni una cierta dramatización, pero que estas “deben venir
del movimiento, solamente del movimiento”.[3] Tantas “revoluciones”
dejaron al público americano desconcertado, y no fue sino hasta después del
éxito obtenido en Europa que en Nueva York se reconocieron las innovaciones de
Cunningham.
A
partir de los años 70, Cunningham abordó el video y el cine realizando
colaboraciones con Eliot Caplan para sus obras Puntos en el Espacio[4],
Pájaros de Playa para Cámara[5],
1991, que le permiten ir más allá de los límites impuestos por el escenario. En
los años 90 utilizó la computadora para encontrar movimientos y secuencias
inconcebibles de otra forma, como en Ventanas[6],
1995 y Biped[7],
1999, en donde la coreografía, música y proyecciones llevan sus propios tiempos
sin estar sincronizados más que en el momento mismo de la presentación.[8] Las secuencias son
difíciles de aprender pero no son improvisadas sino claramente establecidas.
[1] En inglés llamado happening.
[2] Cfr. Michel, Marcelle, en Ballet de l’Opéra de Paris, Cunningham, Taylor, Morris, Les livrets
programmes, Saison 1988-1989, Graphiques Lafayette, p. 12.
[7] Biped
de Cunningham, interpretado por Luisa Díaz en 2015 https://www.youtube.com/watch?v=Hn-dGCstxIU&t=7s
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