Caminando por las calles, perdida en el momento y en el tiempo, me pregunto ¿qué es la existencia misma? ¿Es acaso la visión que cada uno tiene de su vida? En un mundo donde la soledad es nuestro mal apreciado, no logramos entendernos, los sentimientos desaparecen, ya no se tienen certezas, las verdades no son absolutas. ¿Cuál es la verdad de los hechos?, ¿la suya o la mía? Buscamos alcanzar la paz en nuestras almas. Vivimos en un camino de incertidumbres en la espera de un prometedor futuro, que quizá nunca llegue. Entonces, ¿por qué no vivir mi instante en medio de este caos?
Continúo por las avenidas y el embrujo se apodera de mí, mi mundo interno palpita, emerge a la superficie, como si fuera algo que implora el cuerpo y que va más allá del anhelo. Ya no quiero esperar más. Surge mi danza como exaltación de alegría, experiencia artística. El baile aparece en mi cotidianidad al poseer un cuerpo y un espíritu que le permite materializar y encarnar la danza. No importa que la gente esté en su propio mundo, absorbidos por sus preocupaciones terrenales, el ser danzante es capaz de bailar en cualquier circunstancia y lugar. La danza nace del instinto, del ritmo que uno lleva dentro.
Jamás se saciará la sed por bailar, como besos imposibles, deseos insatisfechos, inagotable frenesí, como una necesidad que implora el cuerpo, es un hambre insaciable de vivir la danza. El placer de revocar mi individualidad bailando frente a otros, para sentir la continuidad de mi ser y convertirme en objeto de contemplación.
El mundo se detiene en mi danza callejera, maravilla y complejidad de los pasos, mediante ellos abrazamos al mundo como una red lanzada en el espacio. La danza es una metáfora de la vida. Mi pasado y mi futuro se hallan en ella, la forma de moverme constituye mi ser. Bailo como ando.
El fulgor de los movimientos traspasa nuestro ser, desaparece el tiempo, la alegría de bailar ilumina nuestros cuerpos, es un canto a la vida que nos acompaña. Danza callejera que surge del impulso. Proyecto mi cuerpo en el mundo, sin éste la danza no existe.
Poderosa esencia del goce por bailar. Dejo que la danza ocurra. Continuidad del movimiento, sin saber a dónde me llevará, permito pasivamente que me conduzca la coreografía de la vida. La existencia se mueve.
La tarde se hace noche rumiando ideas. Perdidas entre nubes de polvo, se evaporan las piruetas. Mi alma se libera de mi cuerpo al soñar en mis danzas perpetuas, en esta música visual. Desprendamos las estrellas en nuestra ardiente imaginación, bailemos hasta que amanezca las danzas eternas que pasan por mi sueño y me besan una vez más. Despierto del silencio y transcribo lo que me mente piensa en esta danza callejera.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario